4/7/12

INNOVA RESIDENCIAL III: OTRA VUELTA DE TUERCA: LA POLÍTICA Y LA JUSTICIA ENTRAN EN ACCIÓN DERRIBANDO (COMO SIEMPRE) AL MÁS DÉBIL.


El valor histórico de la villa romana abrió una inesperada caja de Pandora y una “patata caliente” para el ayuntamiento de Paterna, que --bajo el punto de vista de una servidora--, se vio desbordado, no tanto por la dimensión del hallazgo sino por los enemigos que le salieron casi literalmente de debajo de las piedras.

El primero de ellos era de esperar. Un descubrimiento de esas dimensiones no podía quedar enterrado bajo el ladrillo para siempre, había que pelear para conservarlo “in situ”, convertirlo incluso en reclamo turístico… los ecologistas/verdes encontraron en los romanos unos aliados estupendos para luchar contra los monstruos de cemento y hormigón.

Pero la promotora y los intereses económicos que ya estaban en juego no lo pondrían fácil. La Dirección General de Patrimonio cogió las riendas del asunto, solucionándolo a lo Salomón, es decir, permitiendo la compatibilidad de las fincas con la conservación de ciertas zonas en forma de museo.


Claro que todavía estaba por aclarar quién, cómo y cuándo se costearía todo ese proyecto.

Con todas estas informaciones, que llegaban con cuentagotas, la situación se volvía más desconcertante para los compradores, que veían impotentes cómo las máquinas excavadoras daban paso a pinceles, escobas y rastrillos, un escenario propio de decorado de Indiana Jones, al que no faltaron las autoridades locales que, lejos de dar explicaciones a quienes tenían que darlas, se limitaban a posar para la foto.



Una vez más, la promotora pedía paciencia a sus clientes mientras se veía obligada a costear la intervención arqueológica, pues, caprichos del destino, la villa romana había aparecido sobre sus terrenos.

Al menos eso es lo que se suponía…

Hasta que otra vuelta de tuerca da un nuevo giro a la historia, de la mano de  un particular “David”, un oportunista con conocimientos nulos en arqueología e historia, pero con unos intereses creados que más tenían que ver con terrenos y expropiaciones que con villas romanas. Su único propósito: aprovechar la coyuntura del momento para luchar contra su personal “Goliat”, personificado en promotora y ayuntamiento, que con el juego de la especulación le habían expropiado indebidamente y no estaba dispuesto a dejar pasar su trozo de pastel.

Gracias a unos poderes ocultos dignos de superhéroe de cómic, nuestro “David” emprendió una batalla legal aliándose con la justicia, véase denuncias ante Fiscalía, Audiencias Provinciales, Defensor del Pueblo, y también Tribunal de Cuentas…y todo para demostrar que una parte de los terrenos donde habían aparecido los restos romanos estaban en manos del dueño equivocado: es decir, la reparcelación que en su día se hizo para crear el sector urbanístico (pasando de suelo industrial a residencial) está viciada desde el inicio.

He aquí la explicación


Lo peor de todo es que mientras la historia iba enturbiándose cada vez más con temas legales, sólo aptos para entendidos en Derecho, los clientes se encontraban atrapados por unas cláusulas de contrato abusivas, que les obligaban a seguir esperando o a renunciar al 50% del dinero entregado en caso de que quisieran largarse de aquella pesadilla.

Porque las obras, lejos de paralizarse mientras todo se aclarase, se reanudaron en paralelo a las denuncias.
 
Así hasta que a principios del presente 2012, cuando las obras tocaban ya a su fin después de 6 largos años, los errores del pasado, que habían seguido su curso legal, volvían a recaer en manos de la justicia, y esta vez parece que sí la cosa va en serio.



Como en el cuento, David pudo vencer a Goliat, con la ayuda inesperada de unas ruinas romanas que a día de hoy se encuentran parcialmente enterradas y sin un proyecto claro de conservación.

Pero en esta lucha de intereses donde tantos actores han entrado en juego, ha habido unos claros perdedores de los que nadie se ha acordado: los clientes, los compradores, la mayoría jóvenes parejas que solamente querían comprarse una casa, y que han visto pasar de largo 6 años de su vida sin una solución y con la sensación de desamparo total.

Hoy por hoy, la mayoría ha optado por renunciar al contrato para pasar página, a costa de perder dinero, ilusión y falta de confianza en la justicia.

Y colorín colorado, el final del cuento todavía no ha acabado. Quizás habrá que esperar al oráculo de los Dioses, a Júpiter, Marte y compañía, para que ellos pongan el punto y final a esta rocambolesca historia.