18/6/12

INNOVA RESIDENCIAL (2ª PARTE): DE LA ILUSIÓN INICIAL A LA ETERNA ESPERA (POR OBRA Y GRACIA DEL SANTO JOB)



Por fin, después de buscar, mirar, comparar y hacer muchos, muchos números, llegó la oportunidad que estaban buscando: un piso de 90 metros cuadrados, tres habitaciones, dos baños, garaje, una suculenta terraza, y un añadido que no esperaban: ¡una zona común con piscina! La guinda del pastel, la mejor de las recompensas. Y todo a un precio asequible, al menos es la sensación que se tenía en el año 2006, cuando por un piso así se podía pagar perfectamente cerca de 50 millones de pesetas, y a ellos solamente les exigían 33.

¿Cuál era la causa de esta ganga?

Ni más ni menos que los susodichos pisos, una urbanización de 4 torres cuyo eslogan “Innova Residencial, para vivir a la última”, atrajo a miles (literalmente hablando) de personas de Paterna y alrededores, todavía estaban por hacer.



La promotora estaba ofreciendo los pisos antes de tener la licencia de obras. Sólo con un llamativo cartel y un apabullado agente comercial, que no daba abasto recibiendo compradores, los inmuebles se empezaron a vender solos. Un fenómeno tan inexplicable como surrealista.

Y vaya si se vendieron, tan rápido que nuestros protagonistas por poco se descuidan y se quedan sin casa.

Pero finalmente, tras una larga cola de “contrincantes” esperando ansiosos como si de la apertura de las rebajas se tratara, nuestros amigos consiguieron reservar un piso, ¡su futura casa! Y como ellos, otras tantas parejas de jóvenes que se diferenciaban claramente de aquellos que querían comprar para “pasar” o “revender” a posteriori (hinchando de paso la maldita burbuja que ya tomaba forma)


El único inconveniente era que había que esperar un par de años para tener las llaves, tiempo que llevaba la ejecución de la obra, pero que bien pensado, era suficiente para ahorrar y así estar más preparado de cara a la temida hipoteca.

Por fin llegaba la tranquilidad, y por fin el futuro se les presentaba más cerca que nunca.

Lo que ellos no sabían es que el rumbo de sus vidas cambiaría para siempre desde ese instante…

El espacio destinado a la macro-urbanización se convirtió en peregrinaje semanal, y domingo tras domingo acudían puntuales a ver la evolución de las obras: primero la demolición de la vieja fábrica, luego la llegada de las máquinas excavadoras y la instalación de la grúa…

Hasta que un día, algo cambió.

Nuestros amigos se dieron cuenta de que los terrenos presentaban un aspecto extraño: alguien había marcado surcos, a modo de caminos delimitados, marcas de tiza en lugar de máquinas, y lo que resultaba más llamativo, una gran cantidad de piedras emergían del suelo.

Nadie sabía entonces que los orígenes históricos de la villa de Paterna acababan de ser descubiertos por casualidad.


Después de muchos interrogantes y llamadas a la promotora, que negaba la mayor hasta que se hizo más que evidente, descubrieron que el motivo de ese “parón” repentino era “el hallazgo de unos restos arqueológicos sin importancia, algo normal tratándose de un municipio como Paterna” –contestarony que se solucionaría en cuanto Patrimonio diese el visto bueno para retirarlos y llevarlos a un museo.

Nada más lejos de la realidad. Porque lo que la fábrica de Galletas Río escondía bajo sus entrañas no eran restos árabes similares a los que ya se habían sacado previamente: lo que ahora veía la luz era una villa Romana del siglo III, de gran relevancia histórica y arqueológica.

Toda esta información fue llegando en minidosis a los compradores, entre ellos los protagonistas de esta historia, que, lejos de ser entendidos en la materia, no comprendían ni las dimensiones ni las consecuencias que este hallazgo tendría sobre su futura casa. Eso sí, la promotora seguía cobrándoles puntual la mensualidad correspondiente y presumía de decir que no pasaba nada, que los permisos estaban en regla y la construcción era totalmente compatible.

No había más remedio que armarse de paciencia

Mientras tanto, algunos clientes, menos dotados de la virtud del Santo Job, comenzaron a inquietarse por las publicaciones que aparecían en la prensa sobre el yacimiento y no paraban de hacerse preguntas. ¿Qué va a ocurrir con nuestros pisos? ¿Se retrasarán mucho tiempo las obras? ¿Para cuándo la entrega de llaves? Unas preguntas que, al no obtener respuestas, hicieron reaccionar a algunos, rompiendo los contratos de compra-venta y perdiendo así la mitad del dinero entregado (según la letra pequeña del contrato si el comprador renuncia al piso, sólo obtiene el 50% de las cantidades entregadas)

Pero la mayoría prefirió ser prudente, aumentar su grado de tolerancia a la paciencia y seguir esperando (total, el mercado inmobiliario seguía hinchándose cada vez más) Mientras eso ocurría, muchos, haciendo uso de las nuevas tecnologías, se pusieron en contacto por Internet, muy a pesar de la promotora, para poder intercambiar opiniones sobre la situación.

Pasaron los meses,… y las incipientes obras del complejo residencial iniciadas a finales de 2008 (tras casi dos años de papeleos, permisos y licencias) dieron paso a una especie de paraíso para arqueólogos, historiadores, geógrafos…y dicho sea de paso, para algunos oportunistas que vieron en el yacimiento romano la gallina de los huevos de oro para cargar contra sus enemigos.

Pero esta es la parte donde la historia se empieza a poner demasiado fea y por eso merece ser contada con detenimiento en el siguiente capítulo.

CONTINUARÁ

15/6/12

INNOVA RESIDENCIAL: EL IMPERIO ROMANO vs LA DICTADURA DEL LADRILLO. Y LOS COMPRADORES, “¡¡A LOS LEONES!!"



El 19 de enero de 2011 escribí:

 “Rabia, impotencia, angustia, incertidumbre… y así un largo etcétera de adjetivos podría definir el actual estado de ánimo de los vecinos que hemos comprado una vivienda sobre la villa romana de Paterna. Hace ya dos años que se descubrió el yacimiento, coincidiendo con el inicio de las obras (tras tres largos años esperando a tener licencias y permisos en regla)
La intervención arqueológica supuso más retrasos y la modificación de la estructura de los edificios, pero las obras siguieron adelante.
Y ahora que ya hemos pagado el 20% del piso, resulta que tenemos que enterarnos por los medios de comunicación de que el suelo sobre el que se están haciendo nuestras casas puede que no sea de la promotora sino del ayuntamiento. ¿Acaso es una broma de mal gusto? Desgraciadamente no, pero ¿qué consecuencias traerá este nuevo revés para los compradores? Es la pregunta del millón que todos nos hacemos y que de momento nadie nos responde. Hemos invertido mucho dinero y muchos años en estas viviendas (que NO son de VPO), como para que ahora nos vengan con incertidumbres sobre si son ilegales o no.
Necesitamos respuestas YA, queremos que se sepa cuanto antes la verdad y que los responsables municipales no nos dejen de lado cuando se aclare todo, pues sea cual sea el final de todo este embrollo, mucho me temo que seremos los clientes los más perjudicados”     



Hace algo más de año y medio envié este texto a un periódico local de Paterna. Entonces, tal y como expresan los adjetivos con los que empiezo mi indignada “Carta a la directora”, me sentía estafada y víctima de una situación que me sobrepasaba a mí y a otras muchas personas que como yo, no podíamos dar crédito a todo lo que nos estaba pasando. Todo el esfuerzo y la ilusión que habíamos puesto en el (difícil) trance de comprar nuestra primera vivienda se estaba convirtiendo en una pesadilla demasiado larga de soportar, con unos tintes surrealistas que ni en los mejores guiones de Buñuel...

Para mi sorpresa, (ingenua de mí) esta carta nunca se llegó a publicar y se quedó almacenada en mi buzón de correo electrónico, proporcionándome así una dosis más de frustración e impotencia. Sobre todo al ver las noticias que se iban sucediendo en la prensa



Sin embargo, en el día de hoy, 15 de junio de 2012, mientras organizaba los documentos del escritorio de mi ordenador, me rehacía por enésima vez mi Currículum Vitae y ponía en orden mis ideas para dar comienzo a mi andadura bloggera, me he topado de bruces con este documento. Antes de mandarlo a la “papelera de reciclaje”, he pensado en abrirlo y leerlo por última vez, con la sola intención de pasar página. Pues afortunadamente pude librarme de ese lastre…aunque no sin pagar ciertas consecuencias o daños colaterales.

No obstante, paradojas de la vida, con esta relectura, las musas han aparecido de golpe en mi mente y me han dado el empujón definitivo que necesitaba para contar esta amarga experiencia, ahora que la distancia y la tranquilidad de haber salido de ella me lo permiten:

Érase una vez

Una pareja de jóvenes mileuristas que tras unos años de sólida relación amorosa deciden dar un paso adelante e invertir los pocos ahorros que tienen en comprarse una vivienda, su primera vivienda. No quieren precipitarse, por eso buscan oportunidades que se adapten a sus posibilidades, aunque se permiten alguna exigencia, un garaje y tres habitaciones son los únicos requisitos a priori. La emoción y la ilusión por tener una casa propia les embargan, es lo que les había pasado a sus hermanos mayores, y ahora les toca a ellos vivir esa grata experiencia. Que para eso están trabajando duro. Aunque corre el año 2005, y… sin saberlo… se están metiendo poco a poco en la boca de un lobo muy feroz…la burbuja inmobiliaria.

Pero ellos, ignorantes de lo que se avecina, inician un prometedor peregrinaje por promotoras de obra nueva, pisos de segunda mano, ferias inmobiliarias, sorteos de viviendas de protección pública, comerciales que brindan ante sus ojos unas “oportunidades que no pueden dejar pasar”…pero el tiempo pasa y los precios no se ajustan a la realidad que ven; 60 metros cuadrados de vivienda por 30 millones de las antiguas pesetas no cuadran ni en las cuentas ni en la lógica de dos personas con un mínimo de cordura. Pero ellos no pierden la esperanza y siguen buscando con ansia la casa de sus sueños. En esos momentos nadie habla de burbuja y mucho menos de su explosión…

CONTINUARÁ…